El Cuento
Un cuento (en inglés short story, en francés nouvelle) es una narración breve que es creación o ficción de uno o varios autores, basada o no en hechos reales, inspirada o no en anteriores escritos o leyendas, cuya trama es protagonizada por un grupo reducido de personajes, y que tiene un argumento relativamente sencillo y por tanto fácil de entender.[.][][]
El cuento es transmitido en origen tanto por vía oral como escrita, aunque si mucho nos devolvemos en el tiempo, lo más común era por tradición oral. Además, puede dar cuenta de hechos reales o fantásticos pero siempre partiendo de la base de ser un acto de ficción, o mezcla de ficción con hechos reales y personajes reales. Suele contener pocos personajes que participan en una sola acción central, y hay quienes opinan que un final sorpresivo es requisito indispensable de este género. Su objetivo es despertar una reacción emocional impactante en el lector. Aunque puede ser escrito en verso (en forma total o en forma parcial), generalmente se da en prosa. Se realiza mediante la intervención de un narrador, y con preponderancia de la narración sobre el monólogo, el diálogo, o la descripción.
En resumen, un cuento es una obra de ficción que se desarrolla en cierto universo de seres y acontecimientos. Además, un narrador es quien allí presenta a los personajes, los puntos de vista, los conflictos, y el desenlace.
Clásicamente, un cuento se caracteriza por su corta extensión pues por cierto debe ser más corto que una novela, y además, suele tener una estructura cerrada donde desarrolla una historia, y allí solamente podrá reconocerse un clímax. En la novela, y aún en lo que se llama novela corta, la trama desarrolla conflictos secundarios, lo que generalmente no acontece con el cuento, ya que éste sobre todo debe ser conciso.
El muerto
La luna que a tempranas horas de la noche iluminó la fechoría de Franco, desapareció tras un relieve lejano y todo quedó oscuro.
Poco se distinguía de las ruinas en las que se encontraba Franco. Éste, desde el umbral de la ruina principal (que era lo que quedaba de una vieja casona), escudriñaba hacia el camino que pasaba por allí, y esperaba, deseaba distinguir de un momento a otro el relieve del carruaje del doctor , y de los empleados de aquel que lo conducían. Ellos tenían que llevar el muerto que él había ocultado dentro de la ruina; muerto que desenterrara del cementerio esa misma noche, cuando aún la luna prestaba su luz.
Aquel doctor, limitado por las leyes de su época, secretamente compraba cadáveres frescos para analizarlos; Franco era su proveedor.
Al no distinguir nada entre las tinieblas, y como el silencio del paisaje era profundo, dedujo que el carruaje todavía estaba lejos; entonces el profanador de tumbas fue a fijarse en el muerto, pues temía que lo mordisqueara alguna rata u otra alimaña, bajando el valor del ejemplar: el doctor los quería en buen estado.
Encendió una vela y, interponiendo su mano entre la llama y una brisa que amenazaba apagarla. Atravesó unas habitaciones sin techo, llegó al lugar donde dejara al muerto y, éste ya no estaba. Halló la manta con que lo envolviera; estaba extendida como si el muerto se hubiera destapado.
A Franco lo fulminó un terror repentino, y cuando escuchó una voz que vino desde un rincón oscuro el terror lo petrificó:
¡Tengo sed! ¡Necesito beber… sangre! Su sangre.
Y tras esas palabras una figura se abalanzó hacia Franco, y cuando la luz de la vela iluminó el rostro del atacante, éste tenía rasgos de murciélago.
Después, en una mansión no muy lejana a aquellas ruinas, el doctor se paseaba inquieto por una sala.
"Ya deberían estar aquí", pensaba. y al recorrer nuevamente la habitación, escuchó que golpeaban la ventana y volteó hacia ésta. Sus dos empleados, Franco y el vampiro que desenterrara éste, estaban amontonados tras el cristal y lo miraban mientras se relamían los colmillos.http://cuentosdeterrorcortos.blogspot.mx/2013/04/el-muerto.html
Poco se distinguía de las ruinas en las que se encontraba Franco. Éste, desde el umbral de la ruina principal (que era lo que quedaba de una vieja casona), escudriñaba hacia el camino que pasaba por allí, y esperaba, deseaba distinguir de un momento a otro el relieve del carruaje del doctor , y de los empleados de aquel que lo conducían. Ellos tenían que llevar el muerto que él había ocultado dentro de la ruina; muerto que desenterrara del cementerio esa misma noche, cuando aún la luna prestaba su luz.
Aquel doctor, limitado por las leyes de su época, secretamente compraba cadáveres frescos para analizarlos; Franco era su proveedor.
Al no distinguir nada entre las tinieblas, y como el silencio del paisaje era profundo, dedujo que el carruaje todavía estaba lejos; entonces el profanador de tumbas fue a fijarse en el muerto, pues temía que lo mordisqueara alguna rata u otra alimaña, bajando el valor del ejemplar: el doctor los quería en buen estado.
Encendió una vela y, interponiendo su mano entre la llama y una brisa que amenazaba apagarla. Atravesó unas habitaciones sin techo, llegó al lugar donde dejara al muerto y, éste ya no estaba. Halló la manta con que lo envolviera; estaba extendida como si el muerto se hubiera destapado.
A Franco lo fulminó un terror repentino, y cuando escuchó una voz que vino desde un rincón oscuro el terror lo petrificó:
¡Tengo sed! ¡Necesito beber… sangre! Su sangre.
Y tras esas palabras una figura se abalanzó hacia Franco, y cuando la luz de la vela iluminó el rostro del atacante, éste tenía rasgos de murciélago.
Después, en una mansión no muy lejana a aquellas ruinas, el doctor se paseaba inquieto por una sala.
"Ya deberían estar aquí", pensaba. y al recorrer nuevamente la habitación, escuchó que golpeaban la ventana y volteó hacia ésta. Sus dos empleados, Franco y el vampiro que desenterrara éste, estaban amontonados tras el cristal y lo miraban mientras se relamían los colmillos.http://cuentosdeterrorcortos.blogspot.mx/2013/04/el-muerto.html
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